Crítica: DE ENTRE LOS MUERTOS - VERTIGO (1959) (Daniel Suárez)

Vértigo es una película excelsa en todas sus facetas, un alarde de talento de un Hitchcock pletórico, y una elocuente demostración de cómo hacer de una película una obra maestra partiendo de una novela que no pasaba de ser mediocre (D´entre les morts, de Pierre Boileau y Thomas Narcejac).
Todo es magnífico en este filme, desde la portentosa interpretación de James Stewart hasta la wagneriana y turbadora partitura de Bernard Herrmann. Por muchas veces que la vea nunca deja de maravillarme sus planos y secuencias magistrales, como aquella que culmina con un travelling en derredor de la pareja protagonista, en la que Scottie revive el pasado durante unos instantes, o aquel perfecto plano picado del propio Scottie sentado en la habitación de un psiquiátrico, reflejando de manera modélica el ensimismamiento y la enajenación mental del personaje, muestra del traumático periplo emocional al que se verá sometido a lo largo del metraje. 
Y es que Scottie había sido víctima de un mortal enredo, pero… ¿quién habría podido resistirse a los encantos de Madeleine, a quien prestaba su físico una Kim Novak en la plenitud de su belleza?

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