Adios al gran Kirk Douglas

Hace unos días recibíamos la triste noticia del fallecimiento de una de las últimas estrellas (por no decir la última) del Hoywood dorado en su domicilio en Beverly Hills (California), a los 103 años de edad: Kirk Douglas.

Issur Danielovitch Demsky (su nombre real), nació en una familia de origen ruso judío el 9 de diciembre de 1916. Su padre era trapero y abandonó el hogar familiar cuando Demsky era un crío. 
Creció rodeado de mujeres (tenía seis hermanas mayores), que fueron las primeras en pulir aquel diamante en bruto. Trabajó en más de 40 empleos desde adolescente y estudió en la Universidad de Saint Lawrence, donde se graduó en Letras. 
Posteriormente estudió en la American Academy of Dramatic Arts de Nueva York. En 1941, fue llamado a filas para incorporarse a la Armada. Herido en la Segunda Guerra Mundial, regresó a Nueva York, donde logró varios papeles teatrales apoyado por la joven actriz Lauren Bacall

En 1946, debutó en Hollywood con El extraño amor de Marta Ivers (Lewis Milestone), junto a Barbara Stanwyck. Dos años después rodó junto a su gran amigo, Burt Lancaster, en I Walk Alone, el comienzo de su relación con el cine negro que marcó una parte importante de su carrera. Douglas estaba abonado a los papeles oscuros, al drama y al sufrimiento, logrando siempre la empatía del público. Era un tipo que siempre caía bien.

Se hizo célebre además por su espíritu rebelde, rechazando ofertas sobre las que otros se hubieran abalanzado. Le dijo que no a rodar El gran pecador para la Metro Goldwyn Mayer y se decantó por algo más modesto en apariencia, El ídolo de barro, que le sirvió para hacerse con su primera nominación al Oscar.

Después vendrían títulos como Carta a tres esposas, su primera colaboración con Joseph L. Mankiewicz, El trompetista (Michael Curtiz), Brigada 21, Cautivos del mal y su relación con Kubrick, con el que firmó dos sus mejores trabajos. 
Por Senderos de Gloria el director británico le ofreció un tercio de su presupuesto, unos 350.000 dólares. Ya entonces era una estrella consagrada. 

Sus trabajos en décadas posteriores no lograron estar nunca a la altura de lo anterior, pero no cejó en el empeño. Probó con televisión antes de que llegara el declive, marcado por los problemas de salud. Tuvo que lidiar con una depresión y llegó incluso a considerar el suicidio. Pero aguantó como el gladiador que era, en pie cuando ya todos sus colegas hacía tiempo que se habían despedido. Estiró su leyenda todo lo humanamente posible.

Nunca paró en su ritmo vital y laboral: solo levantó el pie de su pasión con las mujeres cuando se casó con su actual esposa, Anne Buydens, con la que fue padre de dos hijos pequeños, Peter y Eric Anthony, ya fallecido. Michael y Joel nacieron de su matrimonio anterior con Diana Hill
En 1991, resultó herido en un accidente de helicóptero en Santa Paula (California).
En 1996, sufrió una embolia que le afectó seriamente al habla. Ese año le dieron el Oscar honorífico, la unica estatuilla dorada que consiguió en toda su carrera.
Douglas llevaba años retirado del cine. Su última aparición fue en Illusion (Michael Goorjian2004), pero en 2009, con 92 años, se subió a los escenarios con Before I Forget, un monólogo de 90 minutos que él mismo había escrito sobre su vida. 
Invirtió buena parte de su fortuna en obras de caridad, principalmente en la lucha contra el alzhéimer.


Con Douglas se pierde a uno de los grandes baluartes del mejor Hollywood, el que producía obras maestras comercialmente viables. 
Douglas, hijo de una familia de inmigrantes judíos, participó en unas cuantas, aunque el Oscar siempre le fuera esquivo. En sus seis décadas de oficio, rodó a las órdenes de Stanley Kubrick, Vincente Minelli, George Cukor o Billy Wilder, por nombrar a unos cuantos ilustres. 
Para el recuerdo nos quedaran siempre El gran carnaval, El día de los tramposos o su maravilloso Van Gogh de El loco del pelo rojo.

Desde ROCKBUSTERS lamentamos muchísimo la pérdida de una de las estrellas más míticas del firmamento hollywodiense. Descansa en paz, Espartaco!

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